Históricamente
los países latinoamericanos desde la independencia de España han buscado el
crecimiento económico de las naciones, en los años 50 la CEPAL[1]
mediante artículos y estudios demostró que los países “tercermundistas” estaban
en desventaja con los países del primer mundo y que existía una relación de centro y periferia, donde el centro se encarga de producir productos de alta
tecnología cuya demanda es creciente mientras los países periféricos (ósea
Nosotros) somos encargados de producir materias primas y productos agrícolas
que se caracterizan por tener menor complejidad. Esto hacía que el intercambio
entre los países desarrollados (centro) y subdesarrollados (periferia)
empeorara la situación de estos últimos, ya que la balanza comercial seria
siempre desfavorable, dicho de otra manera el total de los productos que
importamos valen mucho mas que el total de los productos exportados.
Por esta razón
los países latinoamericanos pusieron su mira en el modelo económico ISI
(Industrialización por Sustitución de Importaciones), que consistía en exportar
nuestros productos agrícolas y materias primas para importar maquinaria y
equipo he industrializar nuestras naciones; debemos aclarar que no solo los
países latinoamericanos impusieron este modelo económico, los llamados tigres
asiáticos (Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán) hicieron lo propio a diferencia de nosotros los latinos, a ellos si les
funciono el modelo de crecimiento,
cabe aclarar que crecimiento se refiere a los índices macroeconómicos como el
PIB (Producto Interno Bruto).
¿Pero… y que
paso con Latinoamérica? A diferencia de nosotros los llamados tigres asiáticos
invirtieron grandes sumas en la educación y el desarrollo tecnológico de su
nación, protegieron sectores económicos fuertes, el Estado y la Burguesía juntaron esfuerzos para crear crecimiento
económico y luego lanzarse a la lucha del libre comercio. Los gobiernos
latinoamericanos y en particular el Colombiano se dedicaron a protegerle las
gaseosas a los Lulle, las empresas a los Santos, a sectores poco productivos de
la nación, sumándole a ello tampoco hubo inversión en la educación, mucho menos en la ciencia y la tecnología; con la
platica (deuda externa) para nuestra “industrialización” mal invertida, el país
empezó a sufrir de grandes crisis económicas, inflación elevada, déficit
fiscal, y poca industrialización.
Entonces
acudimos presurosos a la ayuda de Estados Unidos, quienes en su sabiduría
absolutista nos impusieron como modelo de desarrollo el llamado “Consenso de
Washington” donde nos dicen que debemos hacer para llegar a índices de
crecimiento y desarrollo, las propuestas de ese “Consenso” fueron:
1.
Disciplina presupuestaria=
(No educación, No Salud)
2.
Reordenamiento de las
prioridades del gasto público=
(No ayuda al campo, No Vivienda)
3.
Reforma Impositiva=
(mas impuestos para todos, menos impuestos para ricos)
4.
Liberalización del tipo
de interés= (Dólar sube, Dólar baja, Bienvenido capital especulativo)
5.
Tipo de cambio Moneda
competitivo= (el dólar mas caro)
6.
Liberalización del
comercio= (aumentar las importaciones, adiós industria)
7.
Eliminación de las
barreras a las inversiones extranjeras directas (multinacionales, saqueo)
8.
Privatización= (Nada
que decir)
9.
Desregularización de
los mercados= (Estado (pequeño) MERCADO(grande))
10.
Protección de la
propiedad privada= (mmm ahora entiendo)
Entonces el desarrollo por vía del libre
comercio no es algo nuevo con los TLC firmados
con USA, Unión Europea y el próximo a firmar con Corea, sino que esta política
fue implantada por la llamada “Apertura Económica” del expresidente Cesar
Gaviria, que cumplía a cabalidad con las “sugerencias” del Consenso de
Washington.
¿Y como nos fue con la Apertura? Pues el
campesinado quebró debido a que no pudo competir con los grandes subsidios a la
agricultura de Norteamérica y Europa, la industria cerró sus puertas, el
desempleo es una constante y los trabajadores han caído en la precariedad.
¿Qué viene entonces de nuevo con los
TLCs? Lo primero es convertir en casi una medida irreversible la idea del libre
comercio como la panacea del desarrollo y el crecimiento, pero además el TLC
con Estados Unidos no es la simple baja de aranceles para aumentar los intercambios
comerciales, que de por si son nocivos para un país atrasado como el nuestro;
sino que también es un acuerdo que reglamenta las importaciones, las
exportaciones, la agricultura, la industria, los servicios, las inversiones
extranjeras, el sector financiero, las comunicaciones, la propiedad
intelectual, la educación, la inversión publica, la cultura, las reformas
laborales, ambientales y sanitarias. Es entonteces no solo en materia económica
sino que es el neocolonialismo al
extremo.
Ahora entendemos a que se debe la reforma
a la educación, puesto que este sector no debe ser concebido como inversión
estatal sino privada e individual, encontramos las causas de la precariedad
laboral para convertirnos en competitivos como lo son Malasia y México
impulsando maquilas, y las concesiones mineras para garantizar la inversión
extranjera sin importar el medio ambiente, ya sabemos de donde viene la
construcción de hidroeléctricas que atentan contra las poblaciones y la
naturaleza, podemos entender el porqué de la Ley de Lleras que patenta el
conocimiento, y ni hablar de la ley 1453 de 2011 o código de seguridad
ciudadana, en donde se criminaliza la protesta social… Pues entonces lo que los
TLCs traerán para Colombia es un nuevo colonialismo al peor estilo del
Capitalismo, subdesarrollo, pobreza, miseria, desempleo, hambre, baja
educación, precarización laboral, y por supuesto aumento de las medidas
represivas como evidentemente lo es la llegada de soldados norteamericanos a
nuestras tierras. Con todo esto ya
sabemos cual es el destino de las locomotoras de santos.
Ya se llevaron los huevos de la gallina
ahora vienen por la gallina, por el maíz y por el gallinero rumbo a Auschwitz.